EDITORIAL
En la Stultifera Navis obra de Sebastián Brandt de 1494, un navío se encuentra tripulado por 111 locos que zarpan en busca de locagonia, estos argonautas aburridos de vivir bajo el dominio de la razón deciden abandonar este mundo de las clasificaciones y encasillamientos para atracar en tierras donde reiné la desquiciada libertad en compañía de veleidades oníricas.
El Renacimiento es un pasaje de la historia de la humanidad donde hacen eclosión los conocimientos que se encontraban en el subsuelo del medioevo tardío, arte, ciencia, estética y filosofía se funden en aras de establecer un saber integral que armonice la relación del hombre con la naturaleza y de los hombres con sus semejantes.
Este fardo proyecto indudablemente fue apabullado mediante el triunfo del uniformismo, la competencia, el odio y el mundo de los placeres compensatorios. La presunta abolición de la faz de la tierra de toda cosmovisión que enarbolara principios como la solidaridad, la alegría, el juego y el amor, llevó a que un pequeño grupo de hombres, intuyendo la catastróficas consecuencias del orden de los vencedores, escondieran los valores anteriormente establecidos en nubes oscuras que son llamadas por los serafines del progreso, locura.
Indudablemente estos hombres no se equivocaron; con el establecimiento de la razón contemporánea como guía espiritual y absoluta de nuestro pensamiento se han venido extinguiendo las voces y actos de rechazo del mundo imperante. Ahora, los individuos-masa en que se han convertido los seres humanos, gracias a la sociedad unidimensional, solo emulan la forma de vida que han establecido los buenos y normales hombres que, mediante las industrias culturales o cultura de masas, han instaurado la banalidad del mal en la conciencia colectiva. Todo en aras se seguir perpetuando sus benéficas guerras en cualquier punto cardinal del planeta. En esta vía Las contadas excepciones o mejor aún la supervivencia de la teoría social crítica se enfrenta a un biopoder que enajena sistemicamente en la totalidad de la vida, haciendo ver como anormales a todos aquellos que siguen soñando que otro mundo es posible.
Michael Foucault en su escrito la historia de la locura en la época clásica nos explica que el binomio normal-anormal no es más que una transposición del real del problema, pues toma la consecuencia como condición velando la alienación como lo fundacional de la enfermedad. En derivación la locura o los actos no –razónales que fustigan a los guardianes del orden, son en gran medida, la puerta abierta a la emancipación.
Esta aceptación acrítica del orden establecido por las relaciones del poder-saber unidimensional han creado una esfera superior que impide la salida de una nueva Stultifera Navis, la concreción de la abyecta iniciativa de Alfred Marsall la aldea global ha desaparecido a los locos; locagonia muere solitaria a la espera de la llegada de un nuevo navío. Por ello, hastiada de esperar el arribo de un nuevo cargamento ha decidido enviar la locura Stultilia en una nave Navis en busca de seres humanos que no hayan abandonado el conocimiento de los sentidos, la magia, la mitología, el amor, la solidaridad, entre otros saberes subordinados.
De igual forma pretende infectar a todos aquellos que adoran el orden o si se quiere, que aceptan la razón instrumental como un Dios a la cual se le debe obediencia y sumisión.
Con la llegada de la locura a nuestro mundo de nuevo la alteridad saldrá del subsuelo en el que la tiene postrada el capitalismo tardío y de esta forma escuchar indiferenciadas voces que llenen de alegría y diferencia este oscuro mundo del tecnopoder.
En la Stultifera Navis obra de Sebastián Brandt de 1494, un navío se encuentra tripulado por 111 locos que zarpan en busca de locagonia, estos argonautas aburridos de vivir bajo el dominio de la razón deciden abandonar este mundo de las clasificaciones y encasillamientos para atracar en tierras donde reiné la desquiciada libertad en compañía de veleidades oníricas.
El Renacimiento es un pasaje de la historia de la humanidad donde hacen eclosión los conocimientos que se encontraban en el subsuelo del medioevo tardío, arte, ciencia, estética y filosofía se funden en aras de establecer un saber integral que armonice la relación del hombre con la naturaleza y de los hombres con sus semejantes.
Este fardo proyecto indudablemente fue apabullado mediante el triunfo del uniformismo, la competencia, el odio y el mundo de los placeres compensatorios. La presunta abolición de la faz de la tierra de toda cosmovisión que enarbolara principios como la solidaridad, la alegría, el juego y el amor, llevó a que un pequeño grupo de hombres, intuyendo la catastróficas consecuencias del orden de los vencedores, escondieran los valores anteriormente establecidos en nubes oscuras que son llamadas por los serafines del progreso, locura.
Indudablemente estos hombres no se equivocaron; con el establecimiento de la razón contemporánea como guía espiritual y absoluta de nuestro pensamiento se han venido extinguiendo las voces y actos de rechazo del mundo imperante. Ahora, los individuos-masa en que se han convertido los seres humanos, gracias a la sociedad unidimensional, solo emulan la forma de vida que han establecido los buenos y normales hombres que, mediante las industrias culturales o cultura de masas, han instaurado la banalidad del mal en la conciencia colectiva. Todo en aras se seguir perpetuando sus benéficas guerras en cualquier punto cardinal del planeta. En esta vía Las contadas excepciones o mejor aún la supervivencia de la teoría social crítica se enfrenta a un biopoder que enajena sistemicamente en la totalidad de la vida, haciendo ver como anormales a todos aquellos que siguen soñando que otro mundo es posible.
Michael Foucault en su escrito la historia de la locura en la época clásica nos explica que el binomio normal-anormal no es más que una transposición del real del problema, pues toma la consecuencia como condición velando la alienación como lo fundacional de la enfermedad. En derivación la locura o los actos no –razónales que fustigan a los guardianes del orden, son en gran medida, la puerta abierta a la emancipación.
Esta aceptación acrítica del orden establecido por las relaciones del poder-saber unidimensional han creado una esfera superior que impide la salida de una nueva Stultifera Navis, la concreción de la abyecta iniciativa de Alfred Marsall la aldea global ha desaparecido a los locos; locagonia muere solitaria a la espera de la llegada de un nuevo navío. Por ello, hastiada de esperar el arribo de un nuevo cargamento ha decidido enviar la locura Stultilia en una nave Navis en busca de seres humanos que no hayan abandonado el conocimiento de los sentidos, la magia, la mitología, el amor, la solidaridad, entre otros saberes subordinados.
De igual forma pretende infectar a todos aquellos que adoran el orden o si se quiere, que aceptan la razón instrumental como un Dios a la cual se le debe obediencia y sumisión.
Con la llegada de la locura a nuestro mundo de nuevo la alteridad saldrá del subsuelo en el que la tiene postrada el capitalismo tardío y de esta forma escuchar indiferenciadas voces que llenen de alegría y diferencia este oscuro mundo del tecnopoder.
TROYA
3 comentarios:
Grandioso Tratado, hermano troyano.
Tus individuos-masa son para mí la La jauría cautivante o los "seres hechos en serie".
Ya, veis vamos en el mismo rumbo... No estás solo. NO estamos solos y me traigo a mi reino vuestra necesaria compañía.
Te dejé algunas palabras en mis prados.
HdQ
VUESTRA AMISTAD HA LLEGADO PARA CONFIRMAR QUE EN ALGUN LUGAR ESTAN LOS NUEVOS AMIGOS QUE YO ESPERABA QUE ELLOS ME ESPERABAN Y QUE AHORA CABALREMOS JUNTOS EN UNA LOCURA SINERGICA QUE REANUDURA SUEÑOS ENTERRADOS.
Estoy en deuda vuestra noble persona... pero ya cumpliré mis entredichos.
Afectos y Abrazos por doquier.
HdQ.
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