sábado, marzo 05, 2011

¡Ay que dolor! Granada.


La novela 1984 de George Orwell planteó las formas de control social que los regímenes totalitarios instauran al interior de la sociedad para controlar la población, al igual la novela un mundo feliz de Aldous Huxley alerta el futuro cercano de las sociedades tecno-políticas.

En Granada, la ciudad donde se encuentra la hermosa Alhambra, el emblemático Albaycin, las montañas de la sierra y se respira el aire poético de Federico García Lorca se ha conjugado democráticamente las dos narrativas enunciadas anteriormente. Bajo los lineamientos de la Ordenanza cívica de Granada se ha instaurado unas normas para un parque humano que atenta contra la forma de vida de los rebeldes perros andaluces, en aras de una convivencia de carácter moderno, donde se incluye la higienización, la salubridad, buenas costumbres…

La ordenanza es un conglomerado de prohibiciones que tienen como fin regular la convivencia pública, especialmente en su accionar callejero, las normas regulan desde regar una maceta hasta entregar propaganda política, pasando por un sin número de impedimentos que busca sacar de la calle las prácticas de los “anormales” véase prostitutas, inmigrantes, vagabundos, locos... En otras palabras, a través de esta disposición jurídica se está limpiando la ciudad de todo aquello que produce las sociedades modernas a granel, pero que tanto disgusta al hombre moderno. Todo ello, sustentado bajo el eslogan de una convivencia ciudadana pacífica que se asemeja a los postulados de la paz imperfecta y/o neutra que tanto vocifera el instituto de paz y los conflictos de la universidad de Granada.

En el blog en las calles nos vemos, se narra que el 10 de noviembre de 2009 entró en vigor la Ordenanza Cívica de Granada. En 50 páginas de prohibiciones y restricciones pretenden regular la convivencia, imponiendo una forma única de concebir y usar las calles y plazas de nuestra ciudad. Bajo la máxima “lo que no se ve no existe”, esta normativa persigue, sanciona y criminaliza todo aquello que los políticos no quieren que se vea.

Para hacer cumplir a cabalidad la ordenanza, se ha ordenado a la policía local impartir multas a diestra y siniestra, hasta el punto de tener que cumplir con una tarifa de multas mensuales, de igual forma se ha instaurado cámaras de alta definición por las calles de la ciudad, con el objetivo de fichar a todos aquellos que no acaten a cabalidad el manual de prácticas urbanas, a los cuales le llega la multa a las casa ¡qué lindo es el mundo moderno!

El temor de la política moderna sigue siendo la diferencia, la rebeldía y la alegría, miedo que aumenta cuando estos factores pueden encontrarse en la calle y poner en peligro esa incomprensible y deleznable forma de ver, sentir y percibir la calidad de vida del espacio público que suscribe el fascismo democrático que se apoderó de occidente y que se globaliza por toda la faz de la tierra con el nombre de mundo libre.

Para mayor conocimiento consultar: http://enlacallenosvemos.blogspot.com/



Boris Edgardo Moreno Rincón.