martes, octubre 17, 2006

JOVENES Y PEDAGOGIA

Desde sus orígenes, la escuela ha sido un lugar para instruir y moralizar, ubicada en lugares especiales, apartados y encerrados. Para desde ahí, educar hombres buenos y correctos. Por ello se diseñaron y establecieron prácticas pedagógicas, que en general, tienen como finalidad la conversión del niño, de su modo de vida, de esta forma, a los aspirantes le realizaban pruebas por unos cuantos meses, antes de ser admitidos. Los niños que mostraran una baja aptitud de adaptación a los moldeamientos de sus maestros, serian rechazados, declarados no aptos para ser educados…

La escuela moderna es una creación de la revolución burguesa que continúo con el andamiaje tradicional de la escuela, por ello fue diseñada para socializar a las nuevas generaciones en los patrones de comportamiento, determinados por el establecimiento: sus funciones son socializar, regular, normativizar. Todo ello bajo el eufemismo de llevar a la humanidad al mundo del conocimiento, a un estadio ilustrado, a la construcción de un sujeto autónomo…promesas que nunca se cumplieron, o mejor que seguimos esperando.

Para el caso de Colombia esta escuela “moderna” respondió oficialmente a los dictámenes, métodos y prácticas de la pedagogía católica o pedagogía lasallista, la cual durante las primeras décadas del Siglo XX organiza el sistema escolar bajo los principios de su santo fundador J.B. La Salle, el cual concibe la educación como una estrategia de dirección de la conciencia (el alma); en sí, un plan pormenorizado para el dominio de la voluntad y deseos de los hombres. Pedagogía que a pesar de los años, se mantiene en nuestro sistema escolar. Su estrategia de sobrevivencia consistió, en responder a los cambios, hibridándose, realizando mixturas con los nuevos pedagogismos. En últimas, bajo mis ojos, la pedagogización católica encontró que, sus pares, como la escuela nueva, el constructivismo, la tecnología educativa… respondían con pequeñas modificaciones a idénticos fines: moldear el cuerpo y el espíritu de los niños y los jóvenes. La diferencia esta centrada en el direccionamiento de sus objetivos, anteriormente se disciplinaba el cuerpo para moldear el espíritu, ahora se controla el espíritu y el cuerpo sistemáticamente. Pero en general, su objetivo es el mismo, moldear “sujetos” obedientes, seres dóciles.

La nueva escuela, la escuela de la globalización, la institución escolar adscrita a la “sociedad del conocimiento” continua bajo la misma línea de trabajo de las anteriores, se establece para homogenizar. Como lo plantea Pedro García Olivo, la escuela esta diseñada, conformada, para reforzar esos procesos consuetudinarios de represión de la diferencia; los acepta gustosa, los amplifica los sistematiza, para desde ahí asesinar la imaginación de los niños y los jóvenes, convirtiéndolos en lo que llamo Herbert Marcuse, hombres unidimensionales, hombres aptos para vivir en una sociedad unidimensional. Es decir hombres dóciles que disfrutaran placidamente ser adoctrinados por los artificios de control.

Esta escuela globalizada responde al nuevo orden económico, el cual estableció cambios en las funciones tradicionales de los aparatos de encierro, en la sociología clásica la escuela es una institución de socialización secundaria que desempeña un conjunto de funciones, que en la actualidad, son asumidos por los nuevos “aparatos de encierro”. Hablamos de los mass media y las industrias culturales, del consumo mediático...

Debidos a estas transformaciones, la estructura curricular obedece a patrones lineales, segmentados y excluyentes donde el conocimiento se parcializa para entregárselo a los jóvenes gota a gota, de igual forma excluye las prácticas culturales que no se encuentren en sincronía con las narraciones homogenizadoras de las clases dominantes.

Bajo lo anteriormente expresado, la escuela atraviesa por el llamado “déficit de socialización”, el cual es definido por Jorge Gantiva Silva, precisamente en la pérdida de la capacidad de transmitir los fines, los valores y las pautas culturales de cohesión social por parte de la familia y la escuela. Este Fenómeno significa que, la escuela ha cedido su papel protagónico de regulador social, debido a que la pedagogización ya no se da exclusivamente en el aparato escolar, sino en la totalidad de la vida. Asistimos pues al mundo de la totalización pedagógica o mejor la pedagogización del “mundo de la vida”.

Esta nueva escuela, hace aparición en Colombia bajo reformismos educativos que se han dado posterior a la promulgación de la ley 115, como la ley 230 del 2002 y la ley 1850, las cuales se dirigen convertir el aparto escolar en un ente retransmisor de conocimiento netamente funcional, todo ello bajo el discurso de crear hombres formados en las llamadas competencias ciudadanas. Un nuevo embuste, por parafrasear con palabras de Julio Cesar Carrión. Embustes, que han comprendido los jóvenes y han decidido huir bajo la estrategia del desencanto, la cual consiste en abandonar asistiendo los territorios donde son excluidos, donde sus propuestas no son tenidas encuenta, donde se les quiere aprisionar bajo reglas o manuales de convivencia.

El aislamiento de la escuela con la cotidianidad de los jóvenes, diseñado y programado por las estructuras del poder hegemónico, descontextualiza la escuela, perdiendo de esta forma su papel transformador y aglutinador de la sociedad, si es que algún día lo tuvo.

Estas prácticas han llevado a los jóvenes a recurrir a otros espacios donde circula el conocimiento un poco menos parcializado y a lugares donde las expresiones culturales cuentan supuestamente con un mayor grado de libertad; hablamos de los programas especializados que ofrecen los canales internacionales como discovery chanel, animal planet…, y de las expresiones culturales que se expresan a través de la tercera revolución tecnológica del mundo moderno: la revolución electrónica.

Los cambios ocasionados por la era electrónica, involucran el paso de una cultura lectora a una cultura de los medios. Prácticas que no son entendidas por el mundo de los adultos, generando una brecha generacional enorme y sobretodo dejando a los jóvenes a la cabeza del cambio cultural. Entonces asistimos a la emergencia de una cultura pre figurativa, la cultura de los hijos desconocidos, donde los adultos aprenden de los niños. Donde los jóvenes construyen en el presente, las nuevas relaciones societales.

De esta forma podemos comprender que lo(s) joven(es) no es un concepto vacío, ni homogéneo, ni mucho menos un desarrollo natural, sino una construcción sociocultural delineada a través del capital simbólico en relación con las relaciones sociales de producción. Por ende, debemos empezar a mirar bajo otros ojos las manifestaciones culturales de los jóvenes, sí queremos relacionarnos con ellos. Tarea fundamental de la escuela y en especial del maestro.

Los jóvenes viven en una adscripción identidaria que se renueva constantemente y se manifiesta bajo la eclosión de múltiples expresiones culturales, que en lo fundamental buscan libertad, autonomía, vida… por ello se han refugiado bajo nuevos lenguajes, estéticas, sonidos, estilos…que les permiten sobreaguar los escenarios autoritarios, excluyentes, homogenizadores; principios fundamentales de la escuela mundializada.

Con base en estos recambios institucionales, generacionales y culturales. Se percibe, que es necesario realizar una serie de investigaciones que nos permita interrelacionar el universo de los jóvenes, la cotidianidad escolar y los pedagogismos existentes para desde ahí, abrir un debate amplio, sobre el nuevo papel del maestro, la redefinición de las funciones de la educación, la elaboración de una pedagogía de los marginados.

No sobra advertir que, seria ridículo un debate sobre la educación, sí de nuevo excluimos los pensamientos, las intuiciones y la imaginación de nuestros niños y jóvenes. Seria recaer de nuevo en las prácticas que nos han llevado a construir ese pérfido monstruo que es la escuela globalizada.