lunes, noviembre 23, 2009

Palabras inspiradas en Espiral: el camino del eterno regreso.

Un comentario en código del círculo del Ducuara.


Brindemos por la vida, que todo es oropel.

En Espiral, ese esquizoide cómplice del descarrilamiento, llamado Carlos gamboa, deja explicito esa ansiedad que profesa por conocer los recovecos velados de la esencia humana y su inagotable lucha por la verdad, zozobra que diserta implícitamente en una defensa del pensamiento salvaje de todo los tiempos; más no del mito de los salvajes.

Este fascinante gusto por los saberes sometidos, lo lleva a fundir en un delicado instante, el pasado, el presente y el futuro, y al igual que el dios romano Jano, que con su cabeza de dos rostros opuestos, se eleva como protector del curso de la vida, el poeta mira hacia adelante y hacia atrás, se filtra como un espía en esos laberintos de la historia y en los pantanos del devenir, para susurrarnos al oído con voz melodiosa y lírica que la verdad buscada no es la verdad, porque siempre ha estado ahí, mil veces vista.

Este déjà vu, que nos negamos a reconocer, debido a la nigromancia de la cosificación y el poder de la verdad ficción, nos obliga a iniciar una y otra vez ese difuso viaje que nos lleva siempre al punto de partida, esperando que esta vez la lucidez no nos impida ver, lo que puede advertir la más exacerbada de las cegueras: la vida de verdad y no en la verdad.

Amparados en la verdad, continuamos esa inagotable búsqueda de frutos putrefactos, corremos delirantes al abrazo tierno del progreso y en él sólo encontramos el desamparo de un mundo vacío, lleno de verdades que no nos dicen nada. Verdades triviales, verdades tontas, gritaría Varsavsky. Verdades que mienten alumbran nuestro camino, farsas masculladas en ritmo de sinfonías ordenadas y pulcras, adoban con enconada esperanza, el hedor que destila el futuro que ya llego.

el progreso nos seduce con su inagotable producción de verdad, secuestrando inmunemente la vida, llenándola de amargura y angustia, ob-ligándola a dilatar la cita con el eterno regreso. Encuentro que ha sido enmascarado hasta la saciedad, por la iluminación de un renacimiento, que nos prometió una experiencia de vida y sólo nos dejo una experiencia de-bida.

Abandonar entonces la búsqueda del brillo de la verdad, desgarrar la piel, incendiar el engalanado discurso del progreso y apagar las luces para caminar perdidos de la mano con Rilke, preguntando eres la noche, acaso eres la noche ¿será ese nuestro camino, poeta?...